Acompañar a Dejar los Pañales

pañales

Actualmente mi bebé está dejando de usar los pañales. Así que este artículo es en este momento parte de mi experiencia personal que ha implicado respetar el ritmo de desarrollo de mis hijos dándoles como estructura básica la palabra para comprendernos, para reconocer sus necesidades y sentimientos, y que ellos puedan reconocer las mias.

Afortundamante he tenido claro que hay procesos del desarrollo de l@s niñ@s que no dependen considerablemente de lo que hagamos los padres. Uno de ellos es el control de esfínteres, o dejar los pañales, porque el rol que juega la madurez neurológica que necesita el niño para concluir el proceso es determinante.

El proceso se da de la siguiente manera: el sistema nervioso central da la señal de que la vejiga está llena y que necesitamos vaciarla, cuando el sistema nervioso ha madurado envía esta señal, y así nuestros niños aprenden poco a poco a interpretarla, es decir, se comienzan a dar cuenta de que cuando sienten el síntoma de presión en la vejiga es cuando tienen que ir al baño.

La secuencia evolutiva de este proceso es de esta manera:

– Primero se consigue el control anal, de las heces. Primero el diurno y después el nocturno.

– Segundo se consigue el control de la vejiga, la micción. Primero el diurno y después el nocturno.

A los 4 años la mayoría de los niños ha dejado los pañales, pero pueden perder el control en situaciones de estrés familiar o escolar tales como nacimiento de un hermano, mudanza o pérdida de un ser querido. También encontramos que este proceso neurológico puede alterarse por factores como la vejiga, inconsistente, control muscular débil, infecciones, mal funcionamiento, enfermedades del sistema nervioso, de la columna u otras dificultades físicas. Si después de los 4 años el niño presenta pérdida del control de esfínteres muy frecuentes es recomendable visitar a especialistas que valoren y traten la problemática.

Existen diferentes métodos conductuales, en los que a través de un premio deseado por el niño se refuerza el comportamiento de usar un recipiente, el water o poseta, y con un castigo se disminuye la aparición de accidentes. Estos métodos han sido útiles, pero la evidencia científica y la experiencia de madres durante miles de años demuestran que no es necesario hacer intervenciones ni de premios ni de castigos, que la comunicación a través del lenguaje le da los códigos al niño para interpretar el proceso neurolófisiológico que le permite progresivamente dejar los pañales.

Lo más recomendable es no castigar ni con regaños ni suprimiendo actividades u objetos que disfruta el niño, mucho menos con amenazas, humillaciones ni golpes, ellos si pueden herir física y emocionalmente al niño de forma grave, traumática, asociando el miedo a una función biológica natural, que ha sido censurada al punto de socialmente causar vergüenza y asco, cuando es solo desechar lo que simplemente nuestro cuerpo no necesita.

Es muy importante para los niños lograr el desarrollo emocional seguro y consistente, que depende de establecer con ellos relaciones interpersonales positivas, donde predominen la confianza y la empatía, más que la desconfianza, el temor y la rabia, que más bien provocan tensiones, estrés y malestar personal. Es tan importante lograr el control de esfínteres como el control que el niño adquiere sobre su propio cuerpo y de otros aspectos de su vida, de ello depende la confianza en sus propios recursos para enfrentarse a diferentes situaciones de la vida. Por tal motivo, es tan relevante cómo los adultos manejen el proceso.

Esto nos puede ayudar a reflexionar acerca de nosotros mismos como adultos, de nuestros prejuicios y en oportunidades del permiso que nos otorgamos para atemorizar a nuestros hijos o vulnerar sus derechos solo por el hecho de que están bajo nuestro cuidado. La recomendación es que respetemos y validemos las emociones de los niños.

Me gustaría que comprendieramos que concluir el control de esfínteres es para un niño un logro muy importante, porque le permite desarrollar aún más autonomía, y le hace sentir que es capaz de controlar su propio cuerpo. Procuremos que su proceso no sea intervenido por nosotros de manera traumática, sino que se dé como lo que es, un proceso natural.